1.12.2021

Flexibilidad y estados afectivos y emocionales.

 

Flexibilidad y estados afectivos y emocionales.

El grado de dependencia de la flexibilidad con respecto a este factor es realmente notable. A pesar de mantenerse estables las condiciones externas más relevantes, tales como la hora del día, temperatura y calentamiento, la amplitud de movimiento pueden variar en gran magnitud de un día para otro en función del carácter del impacto emocional de sus interacciones con el entorno. En este sentido, toda relación con el  medio externo, familia, compañeros, pareja, etc. genera como respuesta determinados estados emocionales que al mismo tiempo conllevan implícitos ciertos patrones tónicos específicos, localizables no solamente en la musculatura estriada, sino también en la lisa. El tono muscular es el síntoma por excelencia del estado emocional de una persona. Podemos intentar mentir y hacerlo con maestría a través de palabras y gestos, pero el tono muscular no miente, siempre revela lo que es el sujeto como consecuencia de todo un pasado emocional específico e insustituible. Por estrechas conexiones aferentes del lóbulo frontal, el límbico y estructuras domiciliadas en la profundidad del tronco encefálico, más  particularmente en los núcleos reticulares de la base, cada estado emocional puede provocar variaciones en la frecuencia de emisión de impulsos eferentes del sistema motor gamma hacia la musculatura estriada. Dicho en otros términos, ciertos puentes estructurales permiten sostener el vínculo entre razón, emoción y tono muscular, dando cuenta no sólo de cómo y por qué las emociones modulan el tono muscular, sino también como la concienciación y racionalización delos mismos pueden repercutir en la forma muscular humana.

La palabra “emoción” parece pertenecer a ese extraño grupo de conceptos caracterizados por el hecho de que todos aceptamos saber de qué se tratan hasta el momento en que se nos solicitan una definición de los mismos. Ni que decir de la cantidad de conductas a las que se les suela adherir la etiqueta de emoción. No obstante, so son pocos los autores que aciertan a evocar seis emociones primarias o universales: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y repugnancia. Distinguen por otro lado, un conjunto de emociones secundarias o sociales: vergüenza, celos, culpa y orgullo, así como también un grupo de emociones llamadas “de fondo”, entre las que se incluyen el bienestar o malestar, la calma y la tensión. Algunos incluso adhieren al rotulo de emoción a pulsiones, motivaciones, dolor y placer.

Pero más allá del acuerdo o desacuerdo en la clasificación delas emociones o en la precisión de su definición, ellas tienen un propósito biológico claro, constituyendo un sistema bastante sofisticado para la conservación y regulación de la vida. Son complejas colecciones de respuestas químicas y neurales que configuran un patrón regulador destinado a mantener la homeostasis y evitar la muerte. Son procesos biológicamente determinados, que suceden automáticamente, muy a pesar de que el aprendizaje y la cultura pueden alterar su expresión, otorgándoles nuevos significados. Cuando se desencadenan repercuten inexorablemente, sobre la operatividad de otros circuitos cerebrales, generando cambios, no solo en la estructura muscular y la función neurohormonal, sino también en ciertas funciones mentales.

Dos tipos de circunstancias activan el proceso emocional: el primero ocurre cuando nuestros dispositivos sensoriales captan un objeto determinado y el segundo cuando evocamos ciertos elementos y situaciones configurando un patrón especifico  de representación  en el acto de pensamiento. También el razonamiento humano concluye en enunciados que finalmente se convierten en dispositivos con la suficiente fuerza como para desencadenar emociones de alto impacto heterostático. De hecho, los distintos estímulos, ya sean internos o externos, suelen inducir cierta clase de emociones  con preferencia en la especie humana.

Comprender un poco más del mecanismo biológico de la emoción seguramente facilitara la intelección del vínculo entre estas y el tono muscular y por consiguiente, su relación con la mayor o menor dificultad para entrenar la flexibilidad. Antonio Damasio (2000)  resume con precisión los principales hallazgos y nosotros nos permitimos exponerlos brevemente:

Primero. El cerebro induce emociones a partir de un número notablemente reducidos de sitios, la mayoría se sitúa debajo de la corteza cerebral y se denominan subcorticales. Los sitios subcorticales más importantes se hallan en la región del tronco del encéfalo, hipotálamo y cerebro anterior basal. Un ejemplo es la región conocida como gris periacueductal (GPA) que es un gran coordinador de las respuestas emocionales. El GPA actúa a través de los núcleos motores de la formación reticular y a través de los núcleos de nervios craneales, como, por ejemplo, los núcleos  del nervio vago. Otro núcleo subcortical importante es la amígdala. Los sitios inductores  localizados en la corteza cerebral, o sitios corticales, incluyen los sectores anteriores de la región del cíngulo y de la región ventromedial prefrontal.

Segundo. Estos sitios procesan diferentes emociones en grados variables. Mediante imaginería PET hemos mostrado que la inducción y experiencia de tristeza, ira, miedo y dicha activan varios de los sitios citados, pero que el patrón de cada emoción es particular. Por ejemplo, la tristeza siempre activa la corteza ventromedial frontal, el hipotálamo y el tronco del encéfalo, en tanto que la ira o el miedo no activan la corteza prefrontal ni el hipotálamo. Si bien las tres emociones excitan el tronco del encéfalo, la activación hipotalámica y ventromedial prefrontal parece especifica de la tristeza.

Tercero. Algunos de estos sitios también colaboran en el reconocimiento de estímulos que traducen ciertas emociones. Por ejemplo, la amígdala, situada en las profundidades de cada lóbulo temporal, es indispensable para detectar el miedo en las expresiones faciales, para acondicionarse al miedo e incluso para expresarlo.

La amígdala tiene poco interés en reconocer o aprender sobre la repugnancia o la alegría.

Como vemos lejos de haber un único comando central para procesar distintas emociones, disponemos de varios sistemas discretos relacionados con patrones emocionales separados. Su activación genera respuestas visibles, como las de la cara, piel, postura y gestos, pero también otras que no lo son tanto, como el caso de los perfiles químicos del medio interno, modificándose la secreción de hormonas y neurotransmisores. El resultado final es la alteración de varios circuitos neurales, entre los que se incluyen aquellos responsables dela postura y el tono muscular. Ya sea por la ruta sanguínea  o por la neural, las emociones terminan por generar un cambio global en el estado del organismo. No es extraño que la ira y el miedo tiendan a incrementar el tono muscular y la tristeza, a reducirlo.

Las dos primeras son las que mayormente complican el entrenamiento de la flexibilidad, la respuesta casi obligada ante una agresión, tanto interior como exterior, es el incremento inmediato y más o menos persistente del tono muscular. Miedo y cólera se acompañan de hipertonías localizables en casi todo el sistema muscular. Quizás puedan verificarse mayores aumentos del tono en ciertos grupos musculares que en otros, puesto que no existe una “cartografía” muy precisa en cuanto a la localización de hipertonías se refiere. No obstante parece haber un lugar de referencia, vulnerable  por definición y no es otro que la cara posterior del cuerpo. Las regiones cervical, lumbar y de los músculos isquiotibiales parecen ser los receptáculos finales de nuestras emociones mas negativas.

El sistema muscular del ser humano, más allá de su función estrictamente locomotora, es como una inmensa biblioteca o videoteca que guarda el registro de toda nuestra historia afectiva y emocional. Frustraciones, represiones, conflictos no resueltos, agresiones fracasos, miedos y cóleras han dejado todos su particular huella sobre el sistema muscular, la mayoría de las veces a la manera de hipertonía en algún que otro musculo en l acara anterior del cuerpo. Los subsistemas cerebrales están estrechamente conectados con los musculares que no sorprende que, muchas veces, un simple estiramiento masaje o digitopresión desencadenen finalmente el resurgimiento de un particular conflicto llevando al sujeto a una suerte de catarsis, que en tanto y en cuanto convenientemente canalizada, puede realizar aliviante y positiva.

Para terminar, simplemente recordemos el hecho de que la flexibilidad varié de un día a otro en función de las experiencias vividas y sus estados emotivos correlativos es un fenómeno enteramente natural, y en este sentido, tanto el profesor como el alumno deben respetarlo. De no hacerlo, el empleo de ejercicios y técnicas de gran intensidad puede convertirse en un factor opresivo adicional que provoque un incremento aun mayor del tono muscular y conforme no cese la insistencia, las lesiones pueden sobrevenir con mayor índice de probabilidad.